dimecres, 31 de juliol del 2013

Referéndum

Mi patria geográfica es Barcelona. Mis padres nacieron en Barcelona y yo nací en Barcelona. Mi lengua materna es el catalán. En ese sentido, mi patria es Cataluña. Carezco de sentimientos patrióticos, salvo una vaga querencia abstracta hacia Barcelona, una ciudad que me gusta cada día menos. Tengo un pasaporte de España, un país que me gusta cada día menos.
Dado que soy catalán, y dadas las circunstancias por todos conocidas, he acabado formándome una opinión sobre el referéndum que reclaman diversos partidos catalanes y un sector significativo de la ciudadanía catalana.
Estoy a favor del referéndum.
Ya he dicho que soy catalán. Me gustan, por ejemplo, los cambios y los conflictos, porque tiendo a creer (con la misma solidez argumental que los creyentes en Dios, es decir, ninguna) que pueden comportar mejoras y progreso. Cierto, también pueden comportar lo contrario. No se sabe hasta que se prueba.
Esa es una razón de mi interés por el referéndum.
La otra, la importante, está relacionada con la patria y la ciudadanía. En general, y mientras la emigración no constituya un fenómeno mayoritario, somos de donde nacimos. Porque sí, sin derecho a elegir. Dijo Quevedo, «es español el que no puede ser otra cosa». Aunque se pueda ser otra cosa, y se puede largándose a otro sitio y siguiendo ciertos trámites largos y complejos, resulta dificilísimo dejar de ser español.
El referéndum consagraría, el «derecho a decidir». Eso me gusta. Me gustaría que el derecho a decidir fuera completo, porque entonces no tendría dudas sobre mi voto (elijo ser canadiense, o croata, o maltés, o cualquiera de los 25 paises que he visitado), pero poder optar entre España y Cataluña tiene su interés.