dijous, 13 de gener del 2011

FREDDIE Y YO. EL MEJOR ARTICULO SOBRE FREDDIE MERCURY

Para mucha gente Freddie Mercury era un “afeminado” con bigote que cantaba muy bien. Y en esencia es cierto ya que Freddie Mercury era gay (bueno, yo más bien diría que era bisexual), portaba bigote y cantaba de puta madre.


Este artículo no trata de ser una semblanza sobre la vida de Freddie Mercury; para eso ya tenemos la Wikipedia, sino que trata de ser un homenaje a alguien que ha sido y es muy importante en mi vida.

Mi afición por la música de Queen nació cuando era un pequeño adolescente. Yo no era consciente de la existencia del grupo Queen como tal, pero había ciertas canciones en la radio que me encantaban. Una de ellas era “Friends Will Be Friends“. Me chiflaba esa canción.Luego ya supe que esa canción era de un grupo inglés llamado Queen, liderado por un estrambótico cantante con curioso nombre, Freddie Mercury.
 Sin embargo, no fue hasta principios de los 90 cuando se inició mi pasión por la música de Queen gracias una cinta que me grabó mi amigo. Se trataba del “Greatest Hits II“, un disco ideal para iniciarse en el mundo Queen ya que en dicho álbum se encontraban una gran cantidad de los éxitos del grupo, a saber, “I Want it All“, “The Show Must Go On“, “A Kind of Magic“, “Radio Gaga“, “I Want to Break Free“, y un montón más.

Escuché esa cinta hasta la mismísima extenuación, disfrutándola como un auténtico enfermo. “Qué bien canta este tío”, pensaba yo sobre la voz de Mercury o, “hay que ver qué bien tocan estos” pensaba cuando oía los solos de Brian May, los redobles de Roger Taylor o los riffs de bajo de John Deacon.

Aunque me gustaba el grupo Queen, no fui un fiel seguidor (no me gusta la palabra fan, aunque lo soy) de ellos hasta bastante más adelante, por lo cual recuerdo vagamente cuando murió Freddie Mercury. Fue el 24 de Noviembre de 1991 y recuerdo que todos los medios se hicieron eco de la noticia. Fue toda una conmoción, eso sí que lo recuerdo bien, habida cuenta de que la nómina de gente célebre que moría por causa del SIDA en los años 90 era tristemente larga; además, Freddie Mercury estaba más “en moda” que nunca en España por lo de la canción “Barcelona“, que interpretó con Montserrat Caballé, por lo que el impacto de su muerte en España fue aún mayor.

Sin embargo, yo no fui consciente de lo que supuso su muerte hasta bastantes años después; podría decirse que hasta hace relativamente poco.

Como me pasó en otras ocasiones con otros artistas, dejé de escuchar los discos de “Greatest Hits” y me dediqué a escuchar los discos de Queen uno por uno, descubriendo la cantidad de maravillas ocultas que se encontraban en ellos y que ningún “Greatest Hits” había incluido: “Spread Your Wings“, “Rock It“, “Machines“, “I´m in Love With My Car“, y tantísimos otros temas que yo no había oído en mi vida y que me parecían excelentes.

Y poco a poco me fui interesando por la vida del grupo, sus inicios, cómo se conocieron, cómo se formaron, la vida de cada uno… Me sorprendía que cuatro tíos no sólo tocaran de puta madre sus instrumentos (podría decirse que cada uno de ellos es un virtuoso en lo suyo) sino que además compusieran temas tan buenos y tan diferentes entre sí. Era un grupo de lo más ecléctico porque aunque el sonido Queen siempre estaba ahí, la manera de componer de cada uno era sumamente distinta entre sí y te podías encontrar en cada disco cuatro estilos diferentes de enfocar su música.

Pero de entre los cuatro integrantes del grupo quien más me atraía e inspiraba era Freddie Mercury. En un principio yo lo veía tal como lo ve mucha gente: Un tío egocéntrico, arrogante, chulo y soberbio. La verdad es que esa puede ser la imagen que dé sobre un escenario, donde Freddie Mercury creaba ese personaje que se vestía con esperpénticos trajes, enarbolaba su pie de micro y marcaba los movimientos del público con aire quasi-marcial.

Sin embargo, cuando bajaba del escenario era un tío, según sus propias palabras de lo más normal, hasta aburrido. Yo no diría que era un tío aburrido, ya que Fred durante toda su vida se lo pasó del carajo pipa, disfrutó de la vida a tope y sin control durante una época de su vida, lo cual le llevó, ciertamente, a la muerte.

Sin embargo, y a pesar de todos sus excesos de juventud, podría decirse que Freddie Mercury era un tipo extremadamente sensible y hasta tímido en su día a día. Freddie era también un romántico, ha escrito las más bellas y estremecedoras canciones de amor, que jamás llegan a ser empalagosas, pero que destilan un sentimiento fuera de lo normal; “Love of my Life” es una muestra de esta sensibilidad, una canción escrita para el amor de su vida Mary Austin, a la que le fue fiel, aunque fuera en espíritu, hasta su muerte: Fue a ella a quien le dejó la gran parte de su fortuna y la casa donde él vivió y murió.

Pero lo que más me gusta de Freddie, a pesar de sus defectos como todos tenemos, es que era una buena persona. Y no es que lo diga yo, que no lo conocí personalmente (aunque esas cosas se perciben), es que lo dice todo aquél que le conoció, y no creo que sean las típicas adulaciones después de la muerte. De hecho yo, que soy de lágrima difícil, me emocioné muchísimo al ver en un DVD sobre su vida cómo sus compañeros y amigos recordaban a Freddie, cómo hablaban de él, con un respeto y una emoción inconmensurables. Y así sólo puede hablarse de una persona buena. Y además era un absoluto genio. Sólo un genio puede componer cosas como “Bohemian Rhapsody“.

La música de Queen, y Freddie en particular, me han acompañado durante muchos momentos de mi vida y han sido de gran ayuda. De algún modo sé que Freddie estaba y está ahí. Además, gracias a él he conocido a gente maravillosa y muy importante en mi vida.

Fue por todo esto que me pareció coherente agradecerle a Freddie toda la ayuda que me había prestado durante tanto tiempo haciendo algo simbólico por él, y por eso decidí ir a visitar su estatua en Montreux, Suiza, localidad que le acogió en los últimos días de su vida (Fred dejó Montreux quince días antes de su fallecimiento para ir a morir a su casa de Londres).

Ésta no fue la visita de un fan enfervorizado o de un fetichista del rock, en absoluto; para mí esa visita fue como la que le hace un amigo a otro al que aprecia mucho. Fue una humilde muestra de respeto, agradecimiento y admiración hacia alguien que significa mucho para mí. Y jamás olvidaré aquellos cuatro minutos que pasé junto a la estatua de Freddie mientras en mi Ipod sonaba “The Show Must Go On“: Ese momento quedará para siempre grabado en mi mente y en mi corazón.